A la izquierda, el lago Conguillío (foto de Víctor Hazeldine); a la derecha, acampando en día nublado, en las Termas de Río Blanco.

Este mes agrego un texto corto sobre elementos de narratología (Narratología) y comienzo a publicar uno más largo sobre intertextualidad y la nueva teoría literaria surgida sobre el trabajo del ruso Michael Bachstin (Intertextualidad y Polifonía). Esta primera parte logra establecer la característica principal del discurso novelesco, su dialogicidad y polifonía.

Invito a mis lectores a leer estas nuevas publicaciones y a hacerme llegar sus inquietudes, observaciones y críticas.

De la realidad contingente chilena y mundial no quiero ni hablar este mes. Pero no puedo dejar de mencionar lo siguiente:

Chile es un país en el que los supuestos servidores públicos cometen errores, por decirlo de manera gentil, y no pasa nada. Estoy pensando, por ejemplo, en el director de CONAF. A la vez el chaqueteo no para ni siquiera viendo el estado de barbarie al que está llegando Argentina. 

USA siga su guerra de marketing contra toda disidencia, sirviéndose descaradamente de toda la retórica del poder. El gobierno chileno aplaude servil no importa lo que hagan. El miedo al deterioro económico es más grande que la vergüenza ¿o debería decir que la desvergüenza?

No sé qué es más terrible, si un régimen autoritario armado y violento o una supuesta democracia que se dice libertaria, pero es tanto o más impositiva y discriminadora. ¿Cuándo será el día en que en Chile, la mayoría bovina deje de estigmatizar a los que son diferentes, para dejarles ser ellos mismos, sin someterlos al miedo y al aislamiento?

La ignorancia perseverante e institucionalizada: esto es Chile. Si aceptáramos este hecho de seguro la mitad de la población tendría que reconocer su semianalfabetismo. ¿Y cuándo saldrá de su retraso esta población si no se le deja pensar por sí misma, si los curas hasta se sienten pastores de ovejas y los políticos insisten en la censura y el paternalismo?

Se puede enloquecer de rabia e impotencia. ¡Qué daría por que mis palabras estallaran como una bomba en la conciencia de la gente y de los dirigentes, en los bolsillos de los políticos ladrones!

Gerardo Santana Trujillo