A continuación ofrezco la traducción de un texto de Vilém Flusser, contenido en el libro Cultura de los Medios (Medienkultur, Fischer Taschenbuch Verlag, 2002). Su valor reside en la discusión del concepto tradicional de abstracción y en su actualización, en el contexto de la revolución cultural de los medios.

EN CAMINO HACIA LO NO CÓSICO
Abstraer significa sustraer. La pregunta es: ¿De dónde y hacia dónde sustraer? Hasta hace poco esta era una pregunta tácita, pues su respuesta era evidente. Hasta hace poco el mundo que nos rodea era una circunstancia compuesta de cosas. Las cosas eran lo <<concreto>>, a lo que el ser humano podía atenerse en la vida. <<Abstraer>> era entonces un movimiento gracias al cual el ser humano podía tomar distancia de su circunstancia concreta. Era un movimiento que se alejaba de las cosas - un movimiento orientado distanciándose de las cosas y acercándose a las no cosas. A estas no cosas buscadas por la abstracción se las llamó <<formas>> (lo que sea que se haya entendido por ello, por ejemplo, conceptos, modelos, símbolos). Esto permitió graduar la abstracción: Una forma era tanto más abstracta, más <<teórica>>, mientras más alejada de las cosas. Las abstracciones más altas eran entonces las formas más generales (ello quiere decir las más vacías): por ejemplo, los símbolos lógicos. La intención de la abstracción era poner al alcance de la mano las cosas del mundo circundante, poder <<comprenderlas>>, poder <<informarse>> respecto de las cosas. La respuesta evidente de entonces a la pregunta por la abstracción, <<¿de dónde y hacia dónde?>> decía así: <<alejándose de las cosas, acercándose a las informaciones>>. Ésta ya no es más evidente. Nuestro mundo circundante está por transformarse revolucionariamente. Estamos por vivir en otras circunstancias. Algo nuevo va a nacer allí.
Las cosas duras en nuestro mundo circundante comienzan a ser desplazadas por no cosas blandas. El hardware por el software. Las cosas se retiran del centro del interés, éste se concentra en las informaciones. No podemos ni queremos más en la vida atenernos a las cosas: ellas no son más lo <<concreto>>. De donde, <<abstraer>> no puede significar más <<alejarse de las cosas>>.
No puede quedar ni una duda al respecto, que las cosas interesan cada vez menos. En todas partes hay síntomas para un abandono del interés en ellas. La mayor parte de la sociedad no se ocupa más de la producción de cosas, sino de la manipulación de informaciones. El proletariado, ese productor de cosas, se vuelve minoría, y los funcionarios, los administrativos y los restantes empleados ocupados en el <<tercer sector>>, estos productores de no cosas, se vuelven mayoría. Uno no exige más un par de zapatos o una pieza de amoblado, sino vacaciones más largas y mejores escuelas para los niños: no más cosas, sino cada vez más informaciones. La moral cósica – producción, posesión y almacenamiento de cosas – deja lugar a una nueva: la ganancia de placer, vivencias, posesión, experiencias, conocimientos, en fin, de informaciones. La vida en una ambiente que se vuelve no cósico gana otra coloración: no el zapato, el goce del zapato va a ser lo concreto. No lo cósico del zapato, sino lo informativo en él es lo interesante. El valor se desplaza desde la cosa hacia la información: transvaloración de todos los valores.
El desplazamiento del interés desde la cosa en la dirección de la información se deja explicar con la automatización de la producción de cosas. Las máquinas van a ser informadas, para escupir cosas en masa. Todas estas rasuradoras, encendedores, lapiceras, botellas plásticas no tienen prácticamente valor. Sólo la información es valiosa, el <<programa>> en las máquinas. En la medida en que aprendemos a informar robots, pierden prácticamente su valor casi todas las cosas (también las casas, vehículos motorizados, pinturas, poesías, composiciones musicales). La marea de cosas que nos baña, esa inflación de cosas es precisamente la prueba de nuestro desinterés creciente respecto de ellas. Todas se vuelven gadgets, utensilios tontos, se vuelven todas despreciables. Este es también el nuevo significado del concepto <<imperialismo>>: la humanidad es dominada por aquellos grupos que disponen de la información con respecto a la construcción de armas atómicas y de centrales atómicas, con respecto a operaciones genéticas y de aparatos administrativos. Quien sólo dispone de cosas, de materias primas o alimentos se ve obligado a subordinarse a estas informaciones cada vez más caras. No la cosa, sino la información es lo concreto económico, social, político. El mundo que nos rodea se vuelve visiblemente más blando, nebuloso, espectral.
Las informaciones – no cosas como imágenes en la pantalla del televisor, datos guardados en computadores, programas almacenados en robots, microfilmes, hologramas no se dejan tocar con los dedos. En el sentido literal de esta palabra son <<inaprensibles>>. En verdad la palabra <<información>> significa <<formación en>> cosas. Las informaciones exigen soportes cósicos tubos catódicos, chips, rayos. Pero el hardware es cada vez más barato, el software cada vez más...

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"My artistic interest in the body is not based upon the wish to develop the perfect bodymachine with an extravagant new look or augmented functionality, but the psychological investigation of external and internal selfimages of the new bodyrepresentations. Through the transfer into multiple data formats we get a quite abstract new image of ourselves, which could lead to new visions and selfconcepts. We could set other definitions - and find new stories about ourselves. History gets outdated, obsolete and questionable, there might be a switch to new emotional codes. The bodyclones are each telling another story about ourselves. What will the lives of these doubles and clones show us?"
-EVA WOHLGEMUTH.

Escáner del cuerpo: nuevas versiones de sí mismo, nuevas identidades...

Ejercicios para la columna vertebral en el mundo virtual (uso terapéutico). 

Desde un punto de vista técnico el aparato combina tecnologías de los dominios del mundo virtual y de la robótica. Con ayuda de un casco de datos, la persona es llevada a un mundo virtual, en el que su campo visual está tan reducido, que sólo puede dirigir a través de movimientos corporales y no sólo con movimientos oculares. En una pantalla se le ofrece a la persona ejercicios que estimulan, por ejemplo, movimientos de la cabeza.