Vivo lejos de la gran ciudad, pero estoy al tanto de lo que ocurre, a través de internet, por los medios oficiales, no oficiales, por medio de amigos, por propia suspicacia y deducción. Un numeroso grupo de chilenos ha tratado y persevera en el intento de cambiar prácticas y las ideas que las sostienen, en torno a la educación. Solidarizo expresa y abiertamente con ellos.
La educación debe estar en el centro de nuestras preocupaciones políticas y sociales. Lo único que transformará nuestra sociedad chilena es la formación humana desde principios y prácticas acordes con el estado de la ciencia y el arte. Que algunos campesinos de La araucanía, por ejemplo, vivan como los humanos primitivos, está bien, pero que la élite docente a cargo de la formación de los estudiantes a todo nivel, se mantenga en una especie de analfabetismo respecto del código de transmisión de información, dominante, y de los códigos de los nuevos medios, ésto es intolerable. Los docentes deben estar constantemente estudiando y evaluándose. Los niños y jóvenes actuales comienzan ya a traslucir el efecto del contacto y la acción de los nuevos medios sobre ellos, cantidades de imágenes técnicas y aparatos diversos para la difusión de la información, para la programación de la vida social auguran una transformación de la sociedad, que sobre todo los profesores deben anticipar.
Siempre tengo a la vista el pensamiento de Friedrich Nietzsche. Según creo mantendría su opinión ante el discurso actual de la ciencia, lo hallaría igual pálido, falto de vida y pasión... ¿Habría jugado play station? ¿Se habría dejado seducir por el cine o la representación cromática de las partículas elementales de la Física más reciente?
Hay gran número de personas, entre ellos políticos, empresarios y lo que más importa, docentes, que ignoran el desarrollo del código alfanumérico hacia un refinamiento del código puramente numérico, a tal punto que hace difícil la conversión del conocimiento para ponerlo en palabras que pueda entender el intelecto no entrenado. Como contrapartida la élite técnica es capaz de satisfacer los pedidos de la élite económica, que puede también ser ignorante, en este mismo aspecto, pero puede comprar conocimiento, y proyecta toda laya de imágenes con origen ontológico diverso, para programar la vida de la sociedad y dirigir de algún modo la interacción inevitable de los individuos, en las redes abiertas.
Es por ello que esta editorial la dedico a la reflexión sobre el concepto flusseriano de escalada de la abstracción.
La espiral está presente de modo dominante en la naturaleza. He aquí una imagen desde una función fractal.
Toda la historia de las ideas en occidente puede resumirse, sin hacer violencia a los detalles, en la noción de escalada de la abstracción. es esta una idea transversal para la comprensión del estado actual de la ciencia y en especial para la comprensión de la imagen técnica y de la imaginación que la produce.
En algún comienzo el ser humano sólo in-sistía, recién al retrotraerse y en la intimidad de una caverna, por ejemplo, al dibujar en la superficie de la pared, de memoria, los objetos de su cotidianeidad de cazador o recolector y al abstraer del volumen la profundidad, comienza a ex-istir, se hace sujeto. Este período dominado por el habla y la imagen, caracterizado por el movimiento recurrente o circular, propio del escaneo del ojo sobre la superficie de la imagen lo llamamos prehistórico. Recién al descomponerse la imagen en sus partes constitutivas y generar líneas de palabras a través de la escritura, en una secuencia que nos es a todos conocida, se vincula el pensamiento con la temporalidad y la historicidad de lo que acaece. Se inaugura la historia o el pensamiento histórico. Y hasta aquí de acuerdo con la tradición filosófica. Para los griegos, por ejemplo, la máxima expresión del pensamiento abstracto se da en el pensamiento conceptual, el logos se ajusta a la linealidad de la secuencia oral y escrita.
Más adelante, un grupo de filósofos adhiere más al número que al discurso conceptual, es esta una tradición que se remonta a los atomistas y numera el mundo en vez de describirlo. Esta línea de pensamiento ha ido ganando en refinamiento y más allá del entusiasmo inicial y la descepción posterior se ha llegado a un nivel de abstracción nunca antes conocido, sobre todo en la topología.
He aquí que el pensamiento se hace puntual, cero dimensional, se trabaja en la atemporalidad de la fórmula algebraica, cuya validez no aumenta ni decrece, ni le importa el cuándo o el dónde.
Para conseguir lo que se tiene actualmente, el ser humano ha debido retrotraerse aún un paso más, para observar la huella del desarrollo algorítmico, generando la disciplina informática que convierte el punto cero dimensional en un pixel o unidad cromática mínima para la reconfiguración del plano y la imagen técnica. Esta nueva imaginación, es decir, la capacidad para producir imágenes desde la máxima abstracción, ya no es más introspectiva, sino proyectiva, desde algoritmos funcionales variados, hacia realidades que se cruzan con la nuestra, produciendo un grado de realismo nunca antes visto.
La matemática sigue trabajando con el principio inicial de reducción a los elementos simples e indivisibles, el método de exhausción de Eudoxo, por ejemplo, o aquel defendido en el espíritu geométrico de Pascal y también en Descartes, con la intención y la esperanza de reconstituir totalidades por adición discreta (sumatorias) o por sumas continuas (integrales). Es por esta división, que hablamos de cálculo, como si todavía contáramos con piedrecillas.
El computador por su parte, no sólo calcula, sino también compila, genera estructuras y formas, en variedad de matrices y arreglos.
En esta situación de la ciencia, no creo con Flusser (Cfr. Apariencia Digital) que la descripción completa de los puntos de un objeto del mundo nos permita recrearlo en toda su realidad, Más bien se tendrá un fantasma más o menos convincente en su aspecto visual: el holograma más completo imaginable de una manzana no podrá reemplazar jamás la dulzura y el aroma de esta manzana aquí, que huelo y saboreo. Al parecer faltará un ingrediente esencial que está más allá de la apariencia y la imaginación, el principio organizador del torbellino de puntos o partículas, la physis de los griegos, la vida, el espíritu o como quiera llamárselo.
Lo que aquí importa es que nuestro modo de ser en el mundo está cambiando y ello por efecto de nuestro contacto sostenido con los nuevos medios. Ya en los años 80 Vilém Flusser sostenía esta hipótesis (Cfr. Crisis de la linealidad (mi traducción desde el alemán): "la cultura occidental es un discurso, cuyas informaciones más importantes están codificadas en el código alfanumérico y este código está siendo desplazado por códigos estructurados de otro modo. En caso que la hipótesis sea correcta, entonces, en un futuro cercano debemos contar con un cambio profundo de nuestra cultura. El cambio sería profundo, porque nuestro pensar, sentir, desear y actuar, incluso nuestra percepción y representación se formaría con la estructura de aquel código, en el que experimentamos el mundo y a nosotros mismos. Somos “hombres occidentales” porque nuestra “forma mentis” fue configurada por la linealidad del código alfanumérico. Si nuestros niños y nietos experimentan el mundo con códigos estructurados de otro modo (como a través de las imágenes técnicas, fotos, películas y televisión y a través de la digitalización), entonces estarían de otro modo que nosotros en el mundo y que nuestros antepasados."
Paseo preferido en el parque Santa Inés en Valdivia... Hay cosas que parece nunca cambiarán... En ello hay una esperanza, una ingenuidad y un misterio...
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