Melipeuco: Al final de la calle, el gimnasio municipal y atrás el Llaima semi cubierto...
Todavía no ha pasado un año desde que volví de Basilea, Suiza y vine a radicarme en el sur de Chile en la búsqueda de aire puro, tranquilidad y una actividad laboral creativa e informal. Lo he encontrado todo y más. Aún no logro acostumbrarme al exceso de informalidad y a la superficialidad de la formación intelectual general, pero todo lo acepto a mi pesar por el gusto de vivir en mi patria de nuevo y por la posibilidad cierta de visitar a mi familia y amigos.
Me entristece la pobreza material de tanta gente. Más lo hace su falta de horizonte y su desinterés por las distintas formas de la cultura, la literatura, la filosofía, el arte en todas sus formas. Son años de inercia y frustración, son años de conformarse con lo mejor que se tiene, años de inviernos oscuros.
No puedo dejar de pensar en la Alegoría de la caverna de Platón (República, VII), en aquellos prisioneros de por vida condenados a mirar una pared sobre la que se proyectan sombras. No habiendo conocido otra cosa, los presos terminan por otorgarles toda la realidad, sin siquiera preguntarse por la causa que las produce, ni nada semejante.
Es misión de quienes fueron liberados y educados en la contemplación de los objetos que existen fuera de la caverna, a toda luz, volver a liberar a los demás. Habrá de recordar su propia reacción ante la liberación y la contemplación por vez primera, de la luz y las ideas, habrá de recordar que le produjo dolor y desagrado cambiar de hábitos, dar por falso el mundo que tenía por verdadero y firme, comenzar a reconocer las causas de sus representaciones, de su comprensión del mundo.
Muchos no querrán salir, preferirán la simpleza y familiaridad de su vida habitual. Se les puede comprender, mas no es de seres humanos el quedarse dormidos en la vida. Tenemos que rehacernos a diario, perfeccionarnos y no entregarnos a la desidia o a la complacencia. Hemos venido al mundo con un potencial emocional, cognoscitivo y moral inagotables.
Estoy convencido de la virtud de la palabra. Creo en la capacidad innata del ser humano para pensar por sí mismo. Nadie nos debe quitar el derecho a pensar libremente, a desarrollar un intelecto crítico y bien informado.
Esta editorial será mi espacio de reflexión acerca de las cosas que a mi me interesan, por lo general asuntos poco contingentes.
Me obligaré a incluir una sección de asuntos locales y de actualidad. Pero en su mayoría el lector encontrará literatura, filosofía, psicología, historia del arte, matemáticas y mezclas de estos temas.
Estoy abierto a la correspondencia y a todo tipo de sugerencias para mejorar esta página escrita en la maravillosa región de la Araucanía, a los mismísimos pies del imponente volcán Llaima, señor de todos los cerros de la región.
Estaré más que satisfecho, si algún lector se siente motivado de alguna forma a seguir leyendo y aprendiendo acerca de los temas que iré agregando en números posteriores. Estaré feliz, si los lectores surgen en Melipeuco, pobre, pero lindísimo pueblo precordillerano, con tantas posibilidades para convertirse en parada obligada de los miles de turistas que visitan el sur de Chile.
Ojalá podamos contar en un futuro próximo con algún Internet-Café a disposición de toda la gente. Me integraría de inmediato a enseñar el uso de los programas correspondientes.
Tal vez la nueva autoridad y los recién elegidos concejales encuentren un momento para reflexionar sobre la implementación de un centro cultural que incluya los beneficios de la red informática. Desde ya puedo adelantarles que con 500.000 pesos se podría obtener un magnífico computador (Pentium IV, 1GHz o más), con todo lo necesario para acceder a Internet. Si a ello agregamos 10.000 pesos para el pago de un servicio ilimitado, en Terra (CTC), por ejemplo, tenemos el monto total necesario para un comienzo. La sala podría implementarse en la misma municipalidad o en alguna otra parte. Según creo, se gasta mucho más dinero en cosas menos importantes.
Si se nos pregunta para que podría ser de utilidad poseer un Internet-Café en Melipeuco, la respuesta sobra por la obviedad de los beneficios.
Los estudiantes podrían tener acceso a toda la información que requieran en el colegio, la gente podría leer el periódico o visitar páginas interesantes, se iría familiarizando con la nueva tecnología, el pueblo saldría de su aislamiento, podría mostrarse al mundo a través de una página web hecha por los mismos estudiantes, por ejemplo. Las posibilidades son infinitas, el límite es nuestra propia creatividad.
Gerardo Santana Trujillo