Friedrich Nietzsche
FRAGMENTOS 1 - 13 (*)
INTRODUCCIÓN
En la interpretación de los parágrafos de Nietzsche algo llama la atención y es la diferenciación entre quienes pueden entender su pensamiento y aquellos que permanecen firmes en su creencia en el Cristo de la Iglesia, y de seguro quedarán choqueados con sólo hojear este libro. Este sentimiento de diferencia viene de la decisión de no sólo poder creer, sino de poder realizarse en una actividad creativa.
Nietzsche critica precisamente la antinomia Creencia - Acto y ve en ella un vuelco en la valoración del significado de la vida de Cristo. En él desaparece, en efecto, tal antinomia, pero se realiza una vida para la muerte, una voluntad de caída.
Sus seguidores no eran ya lo suficientemente fuertes para llevar o querer una vida tal. Los evangelios y la vida de Pablo provienen del surgimiento de un ser humano que de ahí en adelante sólo puede creer, no llevar una vida propia. Comienza allí la creencia en algo que no se es, comienza una creencia nihilista.
De cualquier manera, el tipo Cristo no es de su agrado. Su incapacidad para la guerra, para defenderse, su intención de considerar a cada cual como igual, su inclinación a la aniquilación lo hacen indigno a sus ojos.
En un mundo sin dios no queda más que amarse a sí mismo, que seguir la máxima de Píndaro: conviértete en el que eres (génoi’ hoios essí). En un mundo sin dios nadie sino uno mismo será capaz de justificarse a sí mismo y su existencia.
El ser humano está recién delante de su libertad cuando ha abandonado el rebaño, cuando ve el camino hacia sí mismo, cuando recorre sin ayuda el laberinto.[1]
La figura de Cristo representa una relación con la pasión: no deberíamos experimentar compasión, ni con Jesús ni con nadie. Cada existencia padece su propio dolor, justo la fuente de la fuerza de la actividad creativa. Cada cual debe sobrellevar su dolor y transformarlo en acto y efecto artístico.
De uno que sufre se debería esperar arte y genio y no entrega e indefensión.
In Ecce homo podemos leer: “Para comprender sólo algo de mi Zarathustra, se debe estar quizá determinado de manera semejante, como yo lo estoy, - con un pie más allá de la vida”.
Se agrega en Frohe Wissenschaft (F. W.): “No tenéis ninguna sensibilidad para el hecho de que los hombres proféticos son seres humanos que sufren mucho”.
Por otra parte, del mismo modo como la creencia que promete la realización de la propia vida en Cristo más allá de esta vida, también la postulación de un mundo del ser, de un trasmundo detrás de todo lo aparente y percibible conduce a la destrucción del mundo corporal y sensible. Ambas cosas, la creencia en Cristo y la construcción de una metafísica representan una proclividad hacia la nada, son deseos nihilistas.
A través de la creencia en Cristo y la correspondiente compasión por el crucificado se prefiere una voluntad de muerte, de salvación; a través de la construcción de sistemas metafísicos, una voluntad de vanidad conceptual, de principios morales suprapersonales.
LOS PARÁGRAFOS
Prólogo
Los lectores bien dotados pueden abandonar el rebaño y tienen valor para llevar sus preguntas hasta lo prohibido.
Por experiencia en la soledad (F. W. 4. 309) deberían: “conseguirse nuevos oídos para una música nueva, nuevos ojos para lo más alejado en el tiempo”, nueva consciencia para verdades nuevas, la fuerza y el entusiasmo de una voluntad de sencillez, de estilo, una relación libre consigo mismo. Esta es una exhortación a un pensar libre hasta y más allá de lo prohibido.
- Nietzsche se opone al hombre moderno, un ser humano determinado por el compromiso, sin ninguna de las cualidades del buen lector, de quien recién nos ha hablado, un personaje enfermo de una paz podrida, de compromiso cobarde, representante de la doble verdad.
Esta incapacidad del hombre moderno para la acción, para una actividad realizada desde una libertad incondicionada frente a sí mismo debería ser superada.
El filósofo nos ofrece su fórmula de la felicidad: “Un sí, un no, una línea recta, una meta”.
El sí es a la vida, al hacer, a la creación, al devenir de la realidad, a la reflexión constante para siempre nuevas verdades.
El no es a la convicción y los dogmas, a la parálisis de la razón, a los valores de la decadencia, a los acuerdos contradictorios de la creencia (dogma) y la razón.
La línea recta es aquella que conduce a la meta y muestra la voluntad de un movimiento simple y ahorrativo.
La meta es el hombre, el ser humano (Cfr. Zarathustra, De mil y una metas).
- Delimitación del Bien y el Mal
Bueno es “aquello que en los seres humanos aumenta el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo” (definición antrópica).
Malo es “todo lo que proviene de la debilidad”.
Definición de la felicidad: “El sentimiento de que el poder crece, de la superación de una resistencia (definición a partir de una carencia).
Fórmula inversa del amor al prójimo: “Los débiles y perplejos deben sucumbir”. Rechazo a la compasión.
- El ser humano es una meta.
El ser humano ha de ser la contrapartida de lo que llamamos “animal doméstico”, animal de rebaño, el animal humano enfermo, que es Cristo.
Un deseo pedagógico: criar esta contrapartida.
- Crítica al progreso de la humanidad
El ser humano elevado será posible en todos los lugares, culturas y tiempos.
La idea moderna de progreso no significa un mejoramiento de la humanidad. Un mayor desarrollo se verifica siempre en individuos y no en la humanidad (Cfr. Modernismus, Progress en Philosophisches Wörterbuch, VEB, Bibliographisches Institut Leipzig, 1976).
Al parecer Nietzsche piensa en el intento de conciliar Dogma y Ciencia, el que no es otra cosa que el deseo de una nueva justificación de la vida religiosa.
- El cristianismo siempre fue el enemigo de los seres humanos superiores. Éste ha ganado su poder, aprovechando toda debilidad y corrupción de toda fuerza espiritual.
Todo lo que a un ser humano elevado le parece lo más digno (una actividad libre del espíritu) lo ha combatido como pecaminoso, factor de perdición, como tentación. El ejemplo es la vida de Pascal.
- Un proverbio libre de moralina: El ser humano ha sido corrompido a través de la virtud cristiana y sus valores decadentes.
Las características de la vida, “instinto de crecimiento, duración, de acumulación de fuerzas, de poder fueron reemplazadas por esta decadencia. El cristianismo generó la proclividad a la caída, hacia los valores del nihilismo.
- Un medio para producir la caída es tomar la compasión como una virtud. “La compasión es la práctica del nihilismo”. “¡La compasión convence de la nada!”
He aquí el disfraz de la nada con palabras sublimes: dios, mundo verdadero, nirvana, salvación, alegría celestial después de la muerte. Esta es la retórica de las tendencias enemigas de la vida.
En estas circunstancias uno debe ser médico y llevar a cabo uno mismo la autopsia del ser enfermo.
- La antípoda del ser humano superior se encarna en el teólogo (y en todos los con él emparentados por una misma sangre).
Delimitación: A la libertad espiritual del científico natural le falta pasión por la vida, su quehacer permanece pura diversión.
El idealista, como el teólogo, pone un espíritu puro como última instancia sobre la razón y pone con ello todo patas arriba, con una verdad generada desde ese espíritu puro. He aquí la mentira.
- Un criterio de la verdad: “lo que un teólogo tiene por verdadero, ésto debe ser falso”. Verdadero para él, como ya se dijo, es todo lo enemigo de la vida. Él tiene por falso todo lo que eleva, aumenta, afirma, justifica y hace triunfar.
- La filosofía alemana tiene sangre de teólogo.
“Definición del protestantismo: la hemiplejia del cristianismo, -y de la razón”
Crítica de la gnoseología de Kant.
“Alabo cualquier examen, al que me está permitido contestar: Intentémoslo. Pero sobre toda las cosas y preguntas no quiero ni oír de aquellas que no admiten el experimento. Este es el límite de mi sentido de la verdad: pues allí ha perdido la valentía su derecho.” (F. W. 1. 51)
A partir de este texto uno podría concluir un positivismo porfiado para Nietzsche. Pero dado que el mismo declara la falta de pasión en el científico natural, no queda más que pensar en otra clase de experimento, el del sentido común, tal vez, o el de la sensibilidad artística. (Cfr. Por ejemplo, F. W. 3. 123, El conocimiento más que un medio).
Este filósofo contradice el mundo verdadero de Kant en tanto niega el ser, el ser tras el mundo, lo suprasensible como principio. La realidad, como para Heráclito, es devenir, es flujo. Se establece así una oposición radical entre el flujo de la vida y la objetividad trascendental de los principios espirituales. No hay coincidencia alguna entre el flujo de las cosas y las sombras de nuestras impresiones (Cfr. F. W. 3. 179 y 189).
- Crítica del imperativo categórico (Cfr. F. W. 1. 5 y 10; 4. 335)
La virtud (areté) es cosa personal.
Nada obliga a inventar un apoyo numenal para la praxis moral, una cosa en sí, que nos predetermina de modo universal y suprapersonal, un contenido formal para la praxis moral.
“¿Qué destruye más rápido que trabajar, pensar, sentir, sin una elección profunda y personal, sin placer, como autómata del deber?”
Mucho mejor sería aplicar la sentencia de Píndaro génoi’ oios essí, llega a ser el que eres.
- Nietzsche saluda el espíritu científico del escepticismo. Parece una reafirmación justificada de pensadores que no permitieron llevar la hegemonía del espíritu más allá del mundo fenomenal (Cfr. Los tropos de Agripa y Enesidemo).
- Sus quejas y el rechazo de sus contemporáneos parecen la expresión de su destierro, de su aislamiento.
Su conflicto con sus contemporáneos viene de la interpretación de los evangelios y de los conceptos platónicos, en especial el concepto del Bien (agathón) (Cfr. Nietzsche, Martin Heidegger, Neske, 1961, pág. 223 y sgtes.)
El Bien (agathón), desde un punto de vista cristiano, es summum bonum, bien supremo; pero también, decencia, orden, adecuación a la regla.
Para Platón significa “lo que sirve para algo, lo que es bueno para algo o bien lo que hace que otra cosa sirva o sea buena para algo” (Cfr. Morgenröte 1. 84 La filología del cristianismo).
Lo que Nietzsche critica es la moralización del concepto, el desplazamiento de su significado original, el falseamiento intencionado del concepto de virtud.
(*) Mi traducción de un Referat, en un seminario avanzado, homónimo, dirigido por Professor Henning Ottmann
Gerardo Santana Trujillo
Universidad de Basilea, mayo de 1994
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[1] La figura del laberinto es riquísima. Nos recuerda la forma de la oreja y hace alusión a la oralidad de la época dorada. También nos recuerda la alianza con Dionisio, quien nos susurra al oído para ayudarnos a encontrar el camino correcto hacia nosotros mismos.