Los tres amigos... (óleo sobre cartón)
Sigo exponiendo mis pinturas en esta página abierta a todos los curiosos. La mayoría las realicé en Basilea, en un período en que cualquier forma de creatividad era beneficiosa para palear la soledad y frialdad de este medio social. Los tres amigos me recuerda mi amistad con Lucas Estrella y José Cortés, ambos de enorme influencia sobre lo que soy y seré.
He estado leyendo libros y revistas que me dejan alerta frente a la superficialidad del discurso dirigido al lego, para darle una brochada con un saber de segunda mano, sobre temas de suyo dudosos. Esto me ocurre al leer la Revista Uno mismo. Un sin fin de temas interesantes son tratados con liviandad, seguros de la fidelidad de lectores ávidos de guía espiritual. Salvo honrosas excepciones, no queda mucho para guardar.
No niego que el lenguaje nos sirve y hasta nos es imprescindible. Pero a la hora de dar cuenta de nuestra realidad más íntima o al hablar de la realidad nos perseguimos la cola y mareados afirmamos toda laya de antropomorfismos. Por esto, sólo le concedo a la poesía y a la literatura, la trascendencia de la esfera práctica, para barruntar los arquetipos más generales de la vida anímica humana. Lo mismo logran todas las manifestaciones del arte y lo logra el silencioso, ese individuo que reconcentra la potencia del verbo y actúa casi por instinto, que mucho lo hemos perdido.
Hemos construido una sociedad obsesionada con la inteligencia verbal. Y todo estaría bien si se tratara del juego literario, del placer de un discurso ingenioso y lúdico. Pero se trata de la gravedad dogmática de políticos, burócratas varios y científicos amantes de las abstracciones, para no hablar de los críticos, entre los que me cuento. No importaría mucho, si no se pusiera en peligro la integridad psicológica de los niños que vienen al mundo con otras habilidades; si no se les diera licencia a multitud de psicólogos para agobiarnos con sus teorías antropomórficas acerca del alma humana, de suyo más vieja y de comprensión ininstrumentalizable.
A la hora de vivir bien, debemos buscar con honestidad en el fondo de nosotros mismos y reconocer nuestras debilidades y amarrar a la estaca más firme nuestros arranques destructivos, dirigidos en su mayoría en contra de quienes viven con nosotros y peor aún contra nosotros mismos. Se ha de perseverar para conseguir una voluntad de mejoramiento, de restablecimiento, otra cosa no es más que gusto por la decadencia. No se haga caso de quienes defienden la sofisticación de la decadencia. ¡Hace falta tan poco para vivir plenos!
Todo se trata de no admitir una vida fundada en creencias que no podemos ratificar con la propia experiencia. Se trata de ser y no de puro creer.
El mundo está en manos de un turba de desalmados y dogmáticos recalcitrantes. Individuos de la laya de un Bush, en USA, quien descaradamente pone la vida de los estadounidenses por encima de la de cualquier otra persona en el mundo. ¿Con qué méritos pretenden estos tipos arrogarse el liderazgo mundial? No con otros que con los otorgados por la posesión de armamento super destructivo. USA no ha sido, ni puede ser el líder espiritual del mundo, por más que esgriman una Biblia en la mano izquierda y una magnum 45 en la mano derecha.
No se debe pues creer todo lo que la prensa edita. Más nos ayudará el sentido común a la hora de determinar por qué se les odia tanto a los estadounidenses.
Elevo una plegaria por las vidas y las muertes anónimas de tantos afganos, irakíes, vietnameses, coreanos, japoneses, nicaragüenses, chilenos, etc., etc. que no figuran en las cuentas de pérdidas humanas realizadas por la Casa Blanca.
Repudio la prepotencia de quienes nos amenazan con armas. No podrán matar jamás el coraje de un ser humano convencido de su verdad.
Ojalá la tolerancia pueda ganar terreno en nuestro mundo para asegurarnos una convivencia más pacífica y dedicarnos a vivir una vida menos ingrata, más solidaria, más jovial.
Gerardo Santana Trujillo
Alegoría de la música